Las Morismas Bracho: batalla, teatro y tradición.

Texto y fotografías por Natalia Vanesa Martín del Campo Velázquez

Entre pólvora, armas, caballos, dos cerros como escenario y miles de personas participando, es como interpretan una pelea que es reconocida a nivel mundial y la cual lleva realizándose durante más de 100 años.

 

Se trata de Las Morismas Bracho, en Zacatecas.

Las familias nativas y de otros estados, comienzan a asentarse en los últimos días de agosto en las zonas aledañas y en las faldas del cerro de las Lomas de Bracho, al norte de la Ciudad; es un campamento en grande, arman su carpa, sus casas de campaña, llevan mesas, sillas, comida, sus trajes de combate, algunos fabricados por ellos mismos, y sus armas simuladas.

Es como vivir un capítulo de la serie de “Vikingos”, pero en tierras áridas.

Esta obra de teatro se realiza en tres actos, durante tres días consecutivos, en donde miles de personas protagonizan una guerra entre turcos y cristianos.

Es a partir de 1521 cuando la conquista española estaba en su pleno auge, al igual que la conquista de evangelización, al llegar los moros quienes alaban al Dios Mahoma, se enfrentan a una pelea contra los cristianos, con el fin de evangelizar y conquistar territorios.

San Juan Bautista, patrón de los cristianos, fue ejecutado un 29 de agosto, por eso es que esta enorme obra se realiza alrededor de esas fechas; el escenario es justo entre dos cerros que tienen aproximadamente 2 mil 500 metros de altitud, uno corresponde a los moros y el otro a los cristianos, en medio del valle hay una iglesia y precisamente ahí reposa la figura de su santo.

El primer día, se realiza un desfile por el Centro Histórico, van marchando y gritando consignas, algunos con sus niños en brazos o de la mano, mientras tanto los ansiosos espectadores los esperan en las aceras.

Después todos se concentran en Bracho, el Rey moro y el Rey cristiano tienen su primer encuentro, pero ninguno quiere doblegarse ni traicionar a su Dios, así es como se declaran la guerra.

El segundo día, los turcos, en forma de protesta, realizan una enorme media luna y una estrella en uno de los cerros como símbolo de su batallón; cuando el Rey moro da la orden los combatientes bajan corriendo hasta llegar al otro cerro en donde sus enemigos los esperan.

Todos disparan la pólvora con sus rifles tanto niños, mujeres, hombres y jóvenes, todos.

La banda de guerra no deja de tocar, mientras el público mira con asombro cómo se desvanece la figura de los turcos, van bajando todos como hormigas corriendo por el cerro.

Es un hecho, la guerra ha comenzado.

El equipo de artillería rellena sus cañones de más y más pólvora hasta dejar casi sordos a los asistentes.

Como visitante, es excitante ver a tantas personas vestidas igual corriendo por los cerros, los moros con sus trajes de ejércitos zuavos del siglo XIX, pantalón bombacho de color rojo, una túnica del mismo color, un fajo azul con el símbolo turco, y en sus espaldas algunos cargan fruta, comida, alcohol, y un bolillo enorme, representando los suministros que consumirían durante la guerra.

Es la unión de distintos personajes, algunos van vestidos de soldados romanos, cruzados de la edad media, personajes españoles del siglo XVI, soldados franceses y mexicanos, es una abigarrada mezcla de épocas.

Los cristianos, o “barbones” como también se les conoce, llevan su indumentaria de color tinto, algunos con barbas postizas y largas, portan su armamento por debajo del vestuario para disimular, ellos esperan en el cerro junto a un castillo de estilo medieval, con escoltas a caballo en cada torre.

La piel se eriza al escuchar los gritos en cada orilla, los tambores, las trompetas, las explosiones simuladas y sobre todo, ver a los actores concentrados en su papel.

Cuando llegan los turcos rodean a sus enemigos y ese día ganan la batalla, por lo que los cristianos deben bajar corriendo a toda velocidad para huir hasta el atrio de la iglesia.

El tercer y último día en la batalla de Lepanto, fechada del 7 de octubre de 1571, los cristianos realizan su símbolo en lo alto del cerro, es una cruz, y cuando su Rey da la orden, estos bajan corriendo y aplican la misma estrategia que los turcos, rodean a sus enemigos, luchan, los Reyes a caballo también sacan sus espadas y por fin los cristianos ganan la batalla anhelada; esa noche, le cortan la cabeza al Rey moro y todos los victoriosos celebran ofreciendo una serenata a su santo.

La tradición también une familias

De generación a generación la familia Macías ha participado en estas fechas.

“La Navidad y Las Morismas, son las fechas más importante para mi familia”, dice Fabián, quien forma parte de la banda de guerra de los cristianos, y quien comenzó a ensayar desde mayo esperando con mucha emoción estos días.

María del Refugio, tiene 49 años participando, su madre le inculcó a asistir a estos eventos tradicionales, su progenitora perteneció también a un batallón y durante muchos años, desfiló y subió el mismo cerro que ahora sus hijos y sus nietos suben cada año.

“Vivirlo es muy diferente a verlo en vídeos”, comenta Maica, quien este año no pudo participar, pero su hijo sí, un pequeño llamado Cristopher de 6 años que forma parte de la banda de guerra de los turcos, junto con su padre.

El año pasado acudieron 14 mil personas, y aunque aún no hay cifras oficiales de este año, los asistentes son cada vez más.

La euforia es inevitable sentirla. Todos, actores y espectadores se unen en un mismo grito, es una batalla conmemorativa, pero también una lucha con un solo objetivo: preservar sus tradiciones.

¿Cómo disfrutarlo?

Lleva ropa cómoda.

Quédate los tres días de la obra, (31 de agosto, 1 y 2 de septiembre)

Lleva tu cámara o celular.

Protégete del sol y carga suficiente agua.

Bajarás y subirás el cerro para apreciar la obra de distintos ángulos, así que caminarás mucho.

Es un evento abierto al público, puedes tomar un camión del Centro Histórico que te lleva hasta las Lomas de Bracho.

Cada acto durará de 5 de la tarde hasta 8 o 9 de la noche, pero hay mucho más que ver.

Cerca de ahí hay un tianguis con mucha comida, bebidas, y artículos, lleva tu botana al cerro y no tires basura

Y lo más importante, ¡disfrútalo!

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